sábado, 21 de mayo de 2011

Dos personas, tú y yo, felicices y enamoradas. Vamos juntos a todos los lugares posibles, soñamos con estar hasta el fin del mundo unidos, dejamos atrás todas nuestras diferencias porque en el fondo, no nos harán daño si nuestro amor es verdadero. Tú y yo inseparables, nacidos para disfrutar de la vida estando unidos, paseando por rincones y descubriendo nuevos sitios, imaginando como será nuestra vida de aquí a unos años y por supuesto, contando el uno con el otro. Dos personas nacidas para estar juntas. La novela perfecta. Y en verdad, es así pues esto no existe, solo es producto de mi imaginación. Los amores tan verdaderos solo existen en los cuentos de hadas y en alguna que otra película romántica. En la vida real las cosas son mucho más duras de lo que nos las pintan. No va a venir un príncipe y te va a besar cuando duermas para quitarte el hechizo que una bruja mala hechó sobre ti, ni va a venir otro príncipe con un zapatito de cristal buscándote ni va a ir hasta el bosque para encontrarte muerta, besarte y resucitarte. No lo harán porque los príncipes azules no existen, ni los verdes, ni amarillos, ni morados... Las personas en el mundo somos diferentes piezas de un puzzle y a veces encajamos, a veces no. Lo que sí que es tan seguro como que no existen los príncipes azules es que, cuando dos piezas encajan, nada ni nadie tiene la suficiente fuerza para separarlas

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